Editorial talento humano en salud: promesas y omisiones de la reforma
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
En el debate sobre la reforma a la salud que cursa en el Congreso, se ha subrayado con razón la importancia del talento humano en salud (THS) como un elemento central de cualquier sistema que aspire a brindar atención oportuna, segura y de calidad. La propuesta legislativa de reforma reconoce este papel, lo cual es, sin duda, un avance. Pero como suele suceder en las reformas complejas, las buenas intenciones no siempre se traducen en estructuras normativas, financieras y operativas robustas.
Es positivo que el articulado incluya medidas que apuntan a la formalización laboral del personal de salud, promueva la ampliación de la formación pre y posgradual, y contemple la expansión de los cupos de docencia-servicio, incluso en escenarios públicos como las secretarías de salud.
Sin embargo, estos avances se ven opacados por omisiones graves y falencias estructurales. El proyecto asigna a la ADRES la financiación de programas de formación y residencias médicas, sin que exista una correspondencia clara entre las capacidades de la entidad, esa función y una fuente de financiamiento específica; así como tampoco contiene una definición precisa de su alcance y sostenibilidad. No es justificable que los recursos destinados al acceso y prestación directa de servicios se utilicen para formación profesional, sin que exista un marco financiero adicional y estable que respalde esa decisión.
Además, las medidas que se presentan como apuestas por la dignificación laboral carecen de la solidez normativa y presupuestal necesarias. La reforma guarda silencio sobre el talento humano vinculado a la gestión de la salud pública en los territorios, un eslabón crucial si se aspira a consolidar un modelo basado en Atención Primaria en Salud (APS). Las secretarías de salud, tanto departamentales como municipales, siguen sin contar con un reconocimiento explícito de su rol ni con incentivos para fortalecer sus capacidades técnicas y profesionales.
Otro punto crítico es el otorgamiento de facultades extraordinarias al presidente de la República para definir el régimen laboral del sector salud. Esta disposición, lejos de representar una solución, abre la puerta a decisiones discrecionales sin suficiente deliberación pública ni control institucional, lo que podría derivar en mayor opacidad y menor legitimidad del proceso de transformación.
La reforma tampoco se articula de manera clara con el establecimiento de una Política Nacional de Talento Humano en Salud. Esta desconexión normativa es sintomática: evidencia una falta de visión integral, de coherencia entre las metas de largo plazo del sistema y las decisiones legislativas que deberían apuntalarlas.
En ese contexto, es necesario que se atiendan varios puntos para que el tema del THS sea visto y atendido de manera integral. Se requiere,
- Una acción más estratégica entre los Ministerios de Educación y Salud para identificar los perfiles de formación en APS y en especialidades médicas prioritarias, que permita adecuar los contenidos curriculares, las plazas de formación y las competencias profesionales a las necesidades actuales y futuras del sistema de salud.
- Un financiamiento claro y sostenible, si se quiere que la formación y dignificación laboral del THS no sean letra muerta, porque se requiere establecer fuentes de financiación nuevas y específicas, como fondos concursables o recursos adicionales vía presupuestos de inversión nacional y territorial. La financiación no puede depender de desvíos del gasto corriente del sistema.
- Incorporar el THS territorial, en especial en salud pública, lo que implica condiciones laborales estables, programas de formación continua y una carrera administrativa que incentive la permanencia en zonas de difícil acceso.
- Tener un marco legal participativo y transparente, en lugar de facultades extraordinarias. Debe crearse una comisión nacional de expertos y representantes del sector que diseñe participativamente un nuevo régimen laboral, garantizando transparencia, diálogo social y respaldo técnico.
- Una reforma articulada con una política nacional de THS, porque se debe reforzar e integrar la política nacional vigente, con metas concretas sobre distribución regional, número de profesionales por población, perfiles necesarios y mecanismos de seguimiento.
En resumen, el proyecto reconoce que sin talento humano no hay salud, pero no le da al tema el lugar estratégico que requiere. La dignificación laboral no se garantiza con enunciados, sino con recursos, normativas claras y una ruta operativa viable. La formación y la distribución equitativa del THS en el territorio, no se expanden solo con intenciones, sino con inversión sostenida y articulación entre los sectores salud y educación. La equidad territorial no se alcanza si seguimos ignorando la precariedad institucional de muchas regiones.