Editorial: calmemos las aguas

Febrero 9 de 2023

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

Existe una habilidad especial al generar una discusión pública sobre una reforma en salud durante varios meses, sin que se haya entregado ni al Congreso ni a la opinión, y mucho menos a la totalidad del sector, un proyecto definitivo que la concrete.

El resultado es que se presentan múltiples opiniones sobre los posibles cambios que se vayan a establecer, sin tener ciento por ciento la certeza sobre los detalles de la propuesta.  Las redes sociales se encuentran inundadas por textos de posibles cambios (algunos supuestamente avalados por el ministerio), así como de comentarios y declaraciones sobre hipotéticas transformaciones. Foros técnicos y académicos de discusión proliferan todos los días.

Los llamados del presidente Petro y la ministra Corcho invitando a los ciudadanos a salir a la calle a defender sus planteamientos, que no se conocen a plenitud, adicionan inquietudes y preocupaciones, y demuestran que, al interior del Ejecutivo y de su coalición de gobierno, no existe un consenso sobre el proyecto de reforma. Esto ha sido ratificado por expresiones públicas del ministro de Educación -antiguo ministro de Salud- y del presidente del Congreso -baluarte de la elección del presidente de la República-.

Columnistas de medios de comunicación muy reconocidos se han expresado, la mayoría en contra de los posibles cambios. Expresidentes de la República se manifiestan también y expresan sus preocupaciones ante los eventuales planteamientos del gobierno nacional; a la par que señalan los cambios que sugieren introducir al sistema de salud. La posibilidad de la polarización sobre el asunto se hace cada día más evidente.

Todo esto demuestra que la salud está lejos de ser un tema menor para la población y que cualquier cambio en el sistema toca la fibra más sensible de los ciudadanos. Tiene de malo que la forma como se viene procediendo genera desorden, zozobra y más ansiedades.  En un entorno así es difícil que prime la objetividad y la racionalidad, sustentadas en la evidencia, que son requisitos indispensables para una reforma estructural al Sistema del cual depende el goce efectivo del derecho fundamental a la salud.

¿Cuál puede ser el camino democrático que nos permita encontrar el consenso para fortalecer nuestro sistema de salud y avanzar hacia un mayor disfrute de este derecho para todos los ciudadanos? Lo hemos dicho desde esta columna varias veces: no se trata de quien tiene la razón y mucho menos de quién la va a imponer; se trata de consolidar un contrato social por la salud y el bienestar, con el cual todos nos encontremos identificados y comprometidos.

Por eso es oportuno el derecho de petición que le fue remitido a la señora ministra de Salud en días pasados por un grupo multidisciplinario de personas que ha trabajado a lo largo de muchos años en pro de la salud de los colombianos y del mejoramiento del sistema de salud. Como lo señala en su comunicación “se quiere propiciar un debate técnico, amplio y participativo, que estimule un sólido consenso sobre lo que es deseable y lo que es posible, a partir del mandato constitucional, la ley estatutaria de salud y los importantes logros alcanzados en el país desde la reforma de 1993

La Constitución es la Guía desde la cual parte el mandato que debemos cumplir como sociedad para satisfacer los derechos que tenemos los ciudadanos de este país. De esta manera también es el punto de encuentro para los debates y las discusiones y allanar los acuerdos colectivos, sin importar las diferencias ideológicas que tengamos. Como bien lo dice la misiva dirigida a la ministra: El orden constitucional vigente representa ese acuerdo político sobre lo fundamental que ha de tener en cuenta toda discusión de trascendencia en Colombia, como lo es precisamente una reforma estructural al Sistema del cual depende el goce efectivo del derecho a la salud, la integridad y la vida de las personas en Colombia”

El derecho de petición responde a un concepto sobre los parámetros y las condiciones mínimas constitucionales para reformar esta política pública de la salud. Contiene quince preguntas que el Gobierno Nacional y el Congreso de la República deben entender como cuestionamientos propositivos para allanar el camino de las discusiones que nos permita lograr los consensos que necesitamos en estos momentos. Es importante también, que la ciudadanía conozca las preguntas a la par que sus respuestas.