Editorial: Envejecimiento sano

Abril 11 de 2025

Augusto Galán Sarmiento MD. MPA

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

 

El pasado 3 de abril el Banco Mundial, en unión con el Instituto de Salud Pública de la Universidad Javeriana, realizó el evento Invertir en una Longevidad Saludable, Inclusiva y Productiva: Una Prioridad para Colombia”.

El envejecimiento en América Latina viene en aumento y en el caso de Colombia se ha acelerado de manera muy significativa. De acuerdo con este informe del Banco Mundial, para el año 2030 la población colombiana mayor de 60 años será el 17,5 por ciento del total. Desde el punto de vista de afectación de la salud, la multimorbilidad – esto es, padecer dos o más enfermedades crónicas tales como hipertensión, diabetes, cáncer, etc – afecta al 19,5 por ciento de la población y tiene un mayor impacto en la población mayor y en las mujeres. El 78 por ciento de los fallecimientos en el país son consecuencia de enfermedades crónicas no transmisibles. El 74 por ciento de las muertes son evitables especialmente en hombres jóvenes y en personas mayores de 60 años. Existen grandes desigualdades territoriales y étnicas, con los peores indicadores concentrados en el Chocó, La Guajira y en varios de los municipios con programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET).

Todos los países del mundo presentan muertes evitables, que son las muertes prevenibles si a la luz del entendimiento de los determinantes de salud, se considera que, al momento de fallecer, todas o la mayoría de esas muertes se hubieran podido evitar con intervenciones sociales y de salud pública en su sentido más amplio. De esta manera, la prevención de las enfermedades y la satisfacción de los determinantes sociales de la salud, se consideran factores clave para disminuir la mortalidad evitable.

Esta realidad nos lleva a la necesidad de establecer políticas de protección social que impacten diversos determinantes sociales de la salud. Una población bien educada, con ingresos dignos y previsión financiera para la vejez, bien nutrida con dieta balanceada, que vive en condiciones de salubridad adecuada, bebe agua potable, cuenta con adecuada disposición de excretas, tiene acceso a servicios públicos domiciliarios de calidad, habita, estudia y trabaja en entornos seguros, transita por vías también seguras, y vive en democracia, tendrá más bienestar y mayores posibilidades de no morir de manera prematura por causas que son evitables.

En cuanto al sector salud de manera específica, el informe del Banco Mundial señala tres recomendaciones para Colombia que pueden impactar la mortalidad evitable. La primera de ellas, el establecimiento de impuestos saludables. Específicamente al tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas; para reducir consumo e incrementar ingresos fiscales. En cuanto al tabaco, Colombia avanzó en ese impuesto y redujo consumo, pero se puede hacer más. En relación con el alcohol y las bebidas azucaradas, se necesita avanzar en el establecimiento de tributos realmente efectivos.

La segunda recomendación, se relaciona con el establecimiento de un modelo de atención a la multimorbilidad. En este punto fortalecer la implementación de la atención primaria, la prevención y el diagnóstico precoz, evidentemente son prioritarios. Nos remontamos acá al informe también del Banco Mundial presentado en diciembre de 2020 sobre las recomendaciones para robustecer la atención primaria en Colombia que no han sido recogidas e implementadas de forma prioritaria ni acertada.

La tercera recomendación de este informe sobre envejecimiento saludable tiene que ver con el tamizaje y el tratamiento temprano de cáncer de mama, con mayor inversión para diagnóstico precoz y tratamiento oportuno, en especial en las zonas con barreras geográficas, lo cual conduciría a una reducción de la mortalidad evitable en mujeres.

La pandemia nos dejó enseñanzas que no hemos aplicado ni desarrollado. Una de ellas la necesidad de una política sólida de protección social, en la cual salud juega un papel importante; pero no es el único. Así mismo contamos con recomendaciones de académicos, centros de pensamiento y de organismos como el Banco Mundial, que tampoco han sido escuchadas de manera adecuada y mucho menos implementadas.

Hemos desperdiciado los últimos tres años en discusiones políticas, a veces sectarias, que no han conducido a establecer las reformas que permitan desarrollar las políticas públicas que generen el bienestar de la población y de esta manera el contexto social, económico y político para un envejecimiento sano. Es hora de que cambiemos los discursos y nos concentremos colectivamente en trabajar sobre lo fundamental.